Tan solo una odisea – Primeras Letras

Primeras Letras...

Como todo en la vida, los escritores siempre tenemos un inicio, ese primer párrafo que escribimos difícilmente lo olvidamos, aquellas primeras letras cuando soltamos nuestra imaginación y volamos hacia otra vida, permanecen por siempre en nuestras memorias. No importa la edad o el medio empleado, ese recuerdo prevalece para la mayoría.

En mi caso particular fue a los siete años, recuerdo que encontré un block de notas (sus páginas eran amarillas, lo recuerdo bien) en una de las habitaciones de mi casa. Tenía poco que había terminado de leer el libro “20,000 leguas de viaje submarino” del escritor Julio Verne, el libro que puedo considerar me inculcó amor por la lectura. Inocentemente me llevé el bock y comencé a escribir un cuento, “La espada de fuego” lo nombré.

Trataba de fantasía, caballeros, castillos, monstruos. Recuerdo que empezaba más o menos así:

La noche era fría, el viento soplaba con fuerza mientras la tierra se agitaba al paso de los caballos. Era un grupo de jinetes que avanzaba a gran velocidad, sus armaduras negras se perdían en la oscuridad, entonces de manera violenta los corceles se detuvieron agitados, asustados, algo se aproximaba a ellos desde el cielo.

Aclaró que en ese párrafo traté de mantener los mismos errores que cometí en aquel entonces. En fin, ese pequeño párrafo me ilusionó y me condujo a seguir escribiendo y en pocas semanas había llenado todo el block. No recuerdo cuantas páginas tenía, pero fui a buscar otra libreta al mismo armario (encontrando dos más) para continuar mi historia.

Nunca la publiqué, es uno de mis muchos trabajos que no he publicado aún. Al concluirla la mostré a mis padres y aunque les gustó (o eso creo), me dijeron que me enfocará en la escuela diciéndome varias cosas positivas, sin embargo mencionaron la frase “los escritores se mueren de hambre”.

¿Alguna vez escucharon alguna frase similar?

En aquel entonces (que viejo me sentí al escribir eso) era muy común, quizás hoy en día también aunque en menor medidas, que los padres orienten a sus hijos a enfocarse en metas más tangibles como lo es una carrera universitaria, para que de esta forma aseguren un poco más la estabilidad económica en su futuro.

No puedo decir si está mal o no, mas puedo decir lo que creo. Es valido asegurar una estabilidad económica, pero creo que uno debe siempre seguir sus sueños, sin importar lo loco que se puedan escuchar.

Aquello me dejó un poco de incertidumbre en aquel momento, aunque no me pude alejar de la escritura por mucho tiempo, pocos años más tarde comencé a escribir en un ordenador que me regalaron. El primer libro que escribí ahí era de terror, tardé poco más de un año en terminarlo. Nunca lo publiqué.

Después de ese, escribí otro más de terror, uno de suspenso y tres años después mi primera novela romántica, seguida de una de fantasía. Cinco libros terminados ninguno publicado, mis amigos más cercanos leyeron algunos capítulos o páginas que les llegué a compartir, pues eran mi más grande secreto.

¿Por qué? No lo sé, ahora diría que por idiota, porque eran buenas historias y lo escribo en pasado: “Eran”.

En el año 2008, mi ordenador se descompuso. Junto con otros dos proyectos que había empezado, aquellas historias murieron. No las pude recuperar. Siguen en mi cabeza, incluso empecé a reescribir algunas hoy día y pronto las terminaré. Eso fue un duro golpe a mi ego, fue cuando me di cuenta que esas historias merecían ser leídas, merecían vivir.

En diciembre de ese año me prometí que la próxima historia que viniera a mi mente, haría hasta lo imposible por publicarla, me prometí a mi mismo y al universo que no me daría por vencido, sin importar el costo. Publicaría esas historias y lucharía para que las personas las leyeran.

La inspiración volvió a mí cuatro años después, pero esa ya es historia para otro post.

¿Qué puedo rescatar de todo eso?

Lo que más puedo rescatar, es que nunca hay que dejar nada para después. No importa que tan difícil parezca al principio, uno debe esforzarse por lo que uno cree, recuerdo que en aquellos tiempos sentía mucha inseguridad respecto a mis novelas.

La pregunta: ¿Qué pensarán los demás de lo que escribí? Me acosaba noche y día. También por eso lo mantuve como un secreto guardado con recelo.

Ahora entiendo que la vida es muy corta. En un parpadeo las cosas cambian, el cambio es la única constante, ese es un hecho innegable.

Sí hay algo por lo que verdaderamente vale la pena luchar en esta vida es por aquellas cosas que hacemos con el corazón. Es por ellas que es indispensable nunca rendirse, sin importar que tan difícil luzca al principio.

Es indistinto: si uno quiere ser escritor, pintor, escultor, músico, etc. Nunca es tarde para empezar a construir nuestros sueños. Esas primeras letras son los cimientos del futuro.

Si deseas conocer más acerca de mis libros, visita Alfheim: La travesía de Veraldine.

¡Dato curioso!

Jules Gabriel Verne fue un escritor, dramaturgo y poeta francés. 1828 – 1905.

Es considerado como uno de los precursores de la ciencia ficción por sus novelas que permitieron adelantarse a su época, tales como el submarino, el helicóptero y hasta los cohetes espaciales.

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