En aquel entonces (que viejo me sentí al escribir eso) era muy común, quizás hoy en día también aunque en menor medidas, que los padres orienten a sus hijos a enfocarse en metas más tangibles como lo es una carrera universitaria, para que de esta forma aseguren un poco más la estabilidad económica en su futuro.
No puedo decir si está mal o no, mas puedo decir lo que creo. Es valido asegurar una estabilidad económica, pero creo que uno debe siempre seguir sus sueños, sin importar lo loco que se puedan escuchar.
Aquello me dejó un poco de incertidumbre en aquel momento, aunque no me pude alejar de la escritura por mucho tiempo, pocos años más tarde comencé a escribir en un ordenador que me regalaron. El primer libro que escribí ahí era de terror, tardé poco más de un año en terminarlo. Nunca lo publiqué.
Después de ese, escribí otro más de terror, uno de suspenso y tres años después mi primera novela romántica, seguida de una de fantasía. Cinco libros terminados ninguno publicado, mis amigos más cercanos leyeron algunos capítulos o páginas que les llegué a compartir, pues eran mi más grande secreto.
¿Por qué? No lo sé, ahora diría que por idiota, porque eran buenas historias y lo escribo en pasado: “Eran”.
En el año 2008, mi ordenador se descompuso. Junto con otros dos proyectos que había empezado, aquellas historias murieron. No las pude recuperar. Siguen en mi cabeza, incluso empecé a reescribir algunas hoy día y pronto las terminaré. Eso fue un duro golpe a mi ego, fue cuando me di cuenta que esas historias merecían ser leídas, merecían vivir.
En diciembre de ese año me prometí que la próxima historia que viniera a mi mente, haría hasta lo imposible por publicarla, me prometí a mi mismo y al universo que no me daría por vencido, sin importar el costo. Publicaría esas historias y lucharía para que las personas las leyeran.
La inspiración volvió a mí cuatro años después, pero esa ya es historia para otro post.
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